Hicieron falta apenas 20 años. En dos décadas, Medellín pasó de estar en el mapa bajo el título de la urbe más violenta del mundo a recibir el “Nobel de las ciudades”, el premio Lee Kuan Yew World City en 2016. Un paseo por la segunda capital de Colombia es suficiente para percibir cómo la vegetación le va robando espacio al cemento y el peatón –y cada vez más el ciclista– al coche. Ejemplo de proyectos medioambientales de largo aliento y casa de alcaldías con un horizonte verde común, la ciudad de la eterna primavera quiere ser ejemplo de sostenibilidad, ecología y movilidad responsable.

Pocos aman tanto su tierra como los paisas. El orgullo de quien nació o se crió en la segunda urbe colombiana se siente en la forma de sus ciudadanos al cuidarla (y promocionarla). En el vivero municipal, Juan Camilo Hernández Serna, profesional universitario de la secretaría de Infraestructura Física y otro enamorado de su tierra, se reúne con los jardineros que custodian 230 especies –150 tipos de árboles y 80 de jardines– que salen de este punto y surten a los parques y áreas verdes. En 2014, un inventario municipal tenía registrados 400.000 árboles en toda la zona urbana. El experto asegura que la cifra actual debe ser algo más del doble.

A su cargo tiene la transformación de los corredores viales y los parques de toda la ciudad. “El mantenimiento y la siembra de árboles sanos es lo que cada vez requiere más mano de obra”, cuenta. Tienen 50 jardineros en plantilla y en breve, asegura, serán 130, porque “faltan manos”. El enorme bosque urbano de Medellín captura 11.000 toneladas de dióxido de carbono al año y 115 toneladas de otros contaminantes, según un estudio de la Universidad EIA. Y el presupuesto para el cuatrienio 2020-2023 en la línea estratégica de la transformación hacia una ecociudad es de 1.016 millones de euros. “Con sus más y sus menos, aquí se le quiere invertir a la sostenibilidad”.

Un usuario de Encicla devuelve su bicicleta en el centro de Medellín, a finales de noviembre.
Un usuario de Encicla devuelve su bicicleta en el centro de Medellín, a finales de noviembre.SANTIAGO MESA

El reto principal es, según Hernández, ampliar el anillo verde. “Los sectores más vulnerables son los que menos zonas verdes tienen. En la comuna nororiental y noroccidental prácticamente no existe espacio entre andén y vía. Y tampoco hay parques. Es donde más se tiene que pensar.

Carlos Cadena Gaitán coincide en el reto. Aunque el doctorado en Políticas Verdes y Movilidad e investigador afiliado a la Universidad de las Naciones Unidas aplauda las políticas colectivas entre diferentes administraciones, reconoce que “no es una ciudad perfecta y hay muchos objetivos pendientes por delante”. Uno de ellos, incorporar la perspectiva de género a la movilidad. “En Medellín, y en el mundo, el paradigma de transporte ha sido muy beligerante; primamos la velocidad y la individualidad, un modelo que es muy masculino. Y es que al final las políticas al respecto las siguen haciendo hombres para hombres. Y eso se nota mucho. El estilo de movilidad de ellas no solo hay que tenerlo en cuenta sino que hay que fomentarlo, porque tiende a ser más sostenible con el medio ambiente”, explica por teléfono.

Y es que las bicicletas públicas las usan ellos. Según la Secretaría de Movilidad, solo el 25% de usuarios de Encicla –el único sistema público y gratuito de bicicletas consolidado del país– son mujeres. “Tiene mucho que ver con la percepción de seguridad de entre ambos sexos. Y eso también es trabajo nuestro cambiarlo”, dice desde su despacho Jhonattan Andrés Hernández Loaiza, subdirector de Movilidad del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

Los jardines verticales hacen ya parte del escenario de la capital antioqueña.
Los jardines verticales hacen ya parte del escenario de la capital antioqueña.SANTIAGO MESA

Con 10 años de historia, 113 estaciones, 114.000 usuarios inscritos y 2.000 bicicletas en el sistema, un estudio científico promovido por la delegación muestra que los más de 15 millones de viajes a dos ruedas han ahorrado 10.500 toneladas de CO² en la última década. “Encicla fue una apuesta por la movilidad y también por la sostenibilidad del medio ambiente. Todo va de la mano, no puede ser solo montar al conductor de coches de gasolina en un coche eléctrico. El mundo no ha dimensionado aún lo que vamos a hacer con las baterías”, explica. “El modelo a replicar es el de la movilidad activa; el que no deja huella”.

El compromiso de la capital antioqueña con esta materia también se escaló hace unos meses cuando se celebró la COP26, en Glasgow. Daniel Quintero, alcalde de la ciudad, anunció una de las metas más ambiciosas del continente. Hace dos años se aprobó un Plan de Acción Climática en el que se pretendía reducir el 20% de los gases de efecto invernadero para 2030. Tras la cumbre, Quintero subió el porcentaje al 50%. “Medellín tiene una meta clara para el 2050: ser una ciudad carbono neutro. (…) Es el momento de desplegar los mecanismos de gobernanza climática para avanzar juntos”, respaldó en sus redes durante el encuentro.

Fuente: El País